lunes, 28 de julio de 2008

Rincones


Todos los años cuando llego me llevo una pequeña decepción. Cada vez hay más grúas, más casas, más coches, más gente. Pero una vez que me asomo a la playa se me olvida.


Todos tenemos un rincón especial y el mío es este. Entre la Paloma y Cala Hernández. Preferiblemente bajo el agua, escuchando las piedras moverse.


Siempre que vuelvo pienso que el pueblo, mi pueblo, ha perdido el encanto. Pero sé que volveré cada año, sin falta.


El butano y yo...

Mi relación con el gas butano, hasta hace cinco años, se limitaba a saber que existía. En casa de mis padres nunca habíamos usado bombonas y para mi era un mundo desconocido.

La bombona de butano se convirtió en una de mis enemigas cuando empecé a vivir sola. No tenía ni idea de a qué hora pasaba el camión del butano ni sabía cuánto duraba una de esas botellas naranjas. Lo descubrí pronto. El del butano pasaba siempre que yo no estaba y la bombona duraba hasta el sábado, cuando tenía todo un domingo por delante sin posibilidad de cambiarla.

También descubrí en aquellos años que la gente que deja un cartel en el portal (del tipo "Dos para el 5º A"), lo quita cuando sale de casa. Dejarlo allí al irme me costó una bronca importante del tipo que me subió las botellas a casa (por segunda vez) al día siguiente. No sé cuanto se les da de propina, pero me sentí tan mal que le dejé una fortuna

Por otro lado, mi capacidad de supervivencia se ha ido fortaleciendo estos años. Cocinar no es un problema. Siempre me queda el microondas, (mi único aliado en la república independiente de mi casa). Lo realmente preocupante es ducharse en una ciudad como Granada en invierno. Con un par...Un grito, apretar los dientes, y palante...

La de duchas frías que me he dado por mi mala cabeza. La última, en casa de mis padres. Allí no hay butano, pero no sé cómo se enciende el termo...

La suerte

Me había salido de chiripa. Me acerqué con una sonrisa de oreja a oreja al profe para enseñarle la foto. Había logrado rescatar al motorista de la marabunta de coches. Mi primer barrido. Como otras veces, la suerte estuvo conmigo. Como siempre, llegó después del trabajo.

martes, 22 de julio de 2008

El calcetín perdido

¿Cuánto dura el ciclo de la lavadora? La pregunta surgió en una charla y me devolvió de golpe a la realidad. Llevo cinco años viviendo sola (o casi) y a veces me pregunto cómo soy capaz de sobrevivir.

Yo sólo sé que si pongo la lavadora por la mañana antes de irme, para la hora de comer ha terminado. Y eso vale para las trituradoras de ropa de los pisos de alquiler por los que he pasado y para mi nueva y flamante lavadora en propiedad. Ponga el ciclo de lavado que ponga. Que por cierto, los selecciono en función del humor que tenga ese día, porque perdí las instrucciones a los 5 segundos de desembalar el aparato y nunca más me preocupé de buscarlas.

Aquella conversación sobre lo que dura el ciclo de lavado me (nos) dejó otra pregunta.

¿Dónde van los calcetines perdidos?