miércoles, 25 de febrero de 2009

Google me dispara...



...y yo le hago lo mismo.

lunes, 23 de febrero de 2009

La vida buena



Los tres me miraban mientras daba vueltas alrededor del socavón con la cámara pegada al ojo.

Entre el sol de justicia que caía y que había poco espacio, no acababa de encontrar la forma de que la foto me saliera bien. Además, siempre fui lenta para eso de las instantáneas. (En la facultad, un maestro del periodismo al que entrevistamos para un trabajo, me aconsejó muerto de risa que no me dedicara a la fotografía de guerra...Tardé como cinco minutos en hacerle una foto...).

Cuando estaba medio tirada en el suelo, me di cuenta de que mis tres observadores mantenían una animada 'conversación' salpicada de "Ten cuidao niña" y "Be carefoul".

Matilde, a la derecha, no habla una sola palabra de inglés. Sus vecinos en este barrio de Cuevas del Campo, Susan y John, no hablan nada de español. Aún así, pasaron un buen rato charlando, compartiendo el tiempo, que pasa despacio en un barrio de casas cueva.

jueves, 19 de febrero de 2009

Una deuda

Siempre que vuelvo al trabajo, después de varios días, tengo que limpiar el correo electrónico. Cincuenta mensajes y ninguno es para mí. Convocatorias de temas que no hago, mensajes en cadena que no sé por qué me llegan, alguna oferta de viagra (¿?¿?) y últimamente ofertas de empleo que huelen mal a la legua...

Hoy he repetido la misma operación de siempre, pero entre los correos había un remitente que me extrañaba. He abierto el mensaje y lo encabezaba con un 'Estimada periodista, Aunque no nos conocemos, tengo una deuda de gratitud con usted..."

El lector me escribía por un artículo de hace dos años. Era el resumen de un taller en la Biblioteca de Andalucía de un escritor de libros juveniles. Yo no debía haber escrito aquello, porque no estoy en la sección de cultura. Pero me hacía ilusión conocer al autor de las historias que devoraba de pequeña, así que fuí y me pasé dos horas escuchando a ese torbellino de hombre que no paraba de soltar titulares por la boca.

Mi artículo empezaba con una anécdota que había protagonizado una joven, la hija del autor del mail.
El lector me contaba que a su hija, encontrarse con Jordi Sierra i Fabra, le había resultado una experiencia muy importante y que mis palabras (las que no debí escribir), le habían hecho sentirse como si él mismo hubiera estado allí (¿Hay algo mejor que se le pueda decir a un periodista?). Tan bonito como poco habitual, la verdad.

Su hija se animó a escribir y ha ganado un premio con su primera novela, y este buen hombre se había acordado de aquel artículo del periódico local, que aún conservaba y decidió escribirme un correo...

Escribir aquel artículo me costó una bronca de mi jefe, porque ir a la charla supuso no estar en otros temas. "Lo de tu escritor no es lo que la gente se va a leer mañana", soltó cuando estaba muy enfadado, para darle relevancia a las otras cosas que no hice. Y aquel día pensé que tenía razón.

Menos mal que los lectores nos quitan la razón.