lunes, 20 de octubre de 2008

Perdona, ¿me conoces?


Me puso la mano en el hombro, casi sin rozarme, entre el miedo y el asco.

Me tocó para obligarme a mirarla. Llevaba un par de minutos observándome pero yo no había levantado la cabeza, así que ella se agachó y me puso la mano en el hombro.

Yo no me moví. No le enseñé mi cara, de piel y huesos. Tampoco le mostré los huecos en los que antes brillaban unos dientes blancos. Escondí las manos, que ella hubiera podido reconocer. Eran casi lo único que quedaba de aquella persona a la que ella recordaba. Las manos que durante un tiempo ella envidió y ahora le daban pena.

Le gruñí: "No te conozco, puta".

Se puso de pie y dejó caer un billete antes de convertirse en una silueta borrosa.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Está claro que la conocía...

Anónimo dijo...

¿Y todo eso ocurrió en el burger Orange? Jo! pues yo estaba y no me enteré de nada...

(reventándote la literatura je,je)