Siempre que vuelvo al trabajo, después de varios días, tengo que limpiar el correo electrónico. Cincuenta mensajes y ninguno es para mí. Convocatorias de temas que no hago, mensajes en cadena que no sé por qué me llegan, alguna oferta de viagra (¿?¿?) y últimamente ofertas de empleo que huelen mal a la legua...
Hoy he repetido la misma operación de siempre, pero entre los correos había un remitente que me extrañaba. He abierto el mensaje y lo encabezaba con un 'Estimada periodista, Aunque no nos conocemos, tengo una deuda de gratitud con usted..."
El lector me escribía por un artículo de hace dos años. Era el resumen de un taller en la Biblioteca de Andalucía de un escritor de libros juveniles. Yo no debía haber escrito aquello, porque no estoy en la sección de cultura. Pero me hacía ilusión conocer al autor de las historias que devoraba de pequeña, así que fuí y me pasé dos horas escuchando a ese torbellino de hombre que no paraba de soltar titulares por la boca.
Mi artículo empezaba con una anécdota que había protagonizado una joven, la hija del autor del mail.
El lector me contaba que a su hija, encontrarse con Jordi Sierra i Fabra, le había resultado una experiencia muy importante y que mis palabras (las que no debí escribir), le habían hecho sentirse como si él mismo hubiera estado allí (¿Hay algo mejor que se le pueda decir a un periodista?). Tan bonito como poco habitual, la verdad.
Su hija se animó a escribir y ha ganado un premio con su primera novela, y este buen hombre se había acordado de aquel artículo del periódico local, que aún conservaba y decidió escribirme un correo...
Escribir aquel artículo me costó una bronca de mi jefe, porque ir a la charla supuso no estar en otros temas. "Lo de tu escritor no es lo que la gente se va a leer mañana", soltó cuando estaba muy enfadado, para darle relevancia a las otras cosas que no hice. Y aquel día pensé que tenía razón.
Menos mal que los lectores nos quitan la razón.
jueves, 19 de febrero de 2009
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5 comentarios:
Una historia muy bonita por la que merece la pena seguir trabajando en esto. Bss
Y es que tu jefe... jejejeje. Espero que estés bien, Cobo. Y esa historia te la mereces por tu buen trabaja, jopetas (imagino que sabrás que la interjección adecuada no es apta para lecotres de literatura juvenil).
Besotes.
Los jefes....son los jefes y típicamente actúan así en cualquier ámbito.
Afortunadamente, siempre hay gente empeñada en sorprenderte.
Buen trabajo!
Besos,
Paula
Jaja...sí, los jefes...Y conste, que yo no me llevo mal con el mío, sólo que vemos la vida de distinta manera.
Pero bueno, una historia así compensa las otras doscientas veces en las que nos ponen a parir...jaja.
Besos pa los tres!
Qué genial ^__^
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